Todo cambia cuando dejamos atrás las quejas y excusas y nos hacemos responsables, y no me refiero a la responsabilidad que asumimos al firmar un contrato de trabajo o tener un hijo, sino a la responsabilidad que tenemos para con nosotros mismos. Nuestra responsabilidad personal respecto a los resultados que cosechamos en nuestra vida, respecto a nuestra propia felicidad y bienestar.
¿Qué es la responsabilidad personal?
La responsabilidad personal es un concepto que hace referencia a la capacidad para reconocer y aceptar que somos los únicos responsables de la vida que tenemos. Tanto si nos gusta como si no el mérito es nuestro.
También se conoce como responsabilidad individual e implica necesariamente hacernos responsables de nuestras decisiones y en consecuencia de los resultados que cosechamos. Conlleva comprender que nuestras circunstancias pueden ser desfavorables, pero que somos nosotros, los que en última instancia decidimos como jugar con las cartas que nos han tocado. Al responsabilizarnos nos convertimos en parte activa de la ecuación y co-creamos de nuestra propia realidad.
Por otro lado, cuando nos dejamos llevar por el victimismo y las excusas y caemos en las justificaciones para explicar lo que no funciona en nuestra vida, lo que estamos haciendo es eludir nuestra responsabilidad echando la culpa a las situaciones externas. Las cosas van mal y en vez de actuar para poner solución lo que hacemos es quejarnos de nuestro jefe, del vecino, del gobierno, del dependiente de la panadería, etc, etc…
Hay que asumir la responsabilidad en todos los ámbitos
A gruesos rasgos hay dos formas de vivir la vida, por un lado vivir sin planificación alguna, es decir vamos hacia donde nos lleva el viento, y en general no nos suele llevar muy lejos porque no hay viento favorable para quien no sabe a donde va.
La otra opción es tomar el control, definir el rumbo, hacernos responsables. Si deseamos disfrutar de una vida plena tenemos que construirla. No se hace solo. Tenemos que comprometernos al 100% con sacar lo mejor que llevamos dentro para liberar el potencial que llevamos dentro, solo así lo lograremos, y para ello tenemos que asumir responsabilidades en todos los ámbitos importantes de nuestra vida.
Responsabilidad física
Sabemos que la comida rápida, los alimentos procesados, la bollería industrial, las bebidas azucaradas y un montón de otros alimentos comunes en nuestra alimentación son poco saludables. Sabemos que una mala alimentación y el sedentarismo se encuentran entre las causas de muchas enfermedades, pero aun así seguimos ingiriendo grandes cantidades de porquerías y llevando una vida sedentaria.
Es curioso es que todo el mundo quiere disfrutar de buena salud y estar bien físicamente, pero pocos asumen el compromiso de hacer que ocurra. Es nuestra responsabiliadad sobreponernos a la pereza y practicar algún tipo de deporte. Es nuestra responsabilidad elegir bien lo que comemos. Por supuesto que una hamburguesa apetece más que una ensalada, pero tenemos que pensar en las consecuencias. La hamburguesa satisface nuestra gula a corto plazo mientras que la ensalada nutre nuestro cuerpo y además contribuye a que tengamos una mejor salud a largo plazo. Si queremos estar bien físicamente tenemos que responsabilizarnos.
Responsabilidad emocional
También es nuestra responsabilidad aprender a gestionar nuestras «taras emocionales«. Y aquí nadie se libra. Todos tenemos miedos, frustraciones, inseguridades, traumas, creencias limitantes y muchos otros lastres que arrastramos y que nos impiden avanzar en la vida. Solamente si asumimos los aspectos negativos de nuestro carácter seremos capaces de mejorar, crecer y avanzar.
La responsabilidad emocional nos invita a indagar en nuestro interior. Nos lleva a buscar la raíz de nuestras sombras para arrojar luz a los recovecos más oscuros de nuestra persona. Porque no nos engañemos, la felicidad emana del interior, y mientras lo tengamos lleno de «caquitas» no habrá espacio para lo bueno.
Tenemos que hacernos cargo de nuestra inteligencia emocional, aprender a gestionar mejor nuestros estados anímicos, no montar dramas por cada contratiempo, tener más autocontrol, mejorar nuestras relaciones interpersonales, nuestras habilidades sociales y por supuesto mejorar nuestro diálogo mental, porque aquello que nos decimos constantemente nos sentencia.
Responsabilidad profesional
Quizás suene exagerada pero me atrevería a decir que para la mayoría de nosotros el sueldo de final de mes es la única motivación para ir a trabajar. ¿No me crees? Te hago una pregunta, ¿si hoy ganaras 1 millón de euros seguirías yendo a tu trabajo actual? Si la respuesta es no, tienes ante ti un indicativo muy poderoso de que lo que haces realmente ni te llena ni te satisface. Quizás en un principio si, pero ya no.
La gran verdad es que la mayoría de nosotros trabajamos porque necesitamos el dinero pero realmente no sentimos ningún aprecio por lo que hacemos. De hecho muy a menudo entendemos el trabajo como un castigo, y no es para menos, pasar 8 – 10 horas del día haciendo algo que no nos interesa en lo más mínimo puede ser muy frustrante, de ahí que estemos rodeados de profesionales amargados en todos los ámbitos. Y es que no puede ser de otro modo, si no nos gusta lo que hacemos, si no nos sentimos valorados y acogidos, difícilmente seremos buenos profesionales, y al final lo que hacemos es arrastrarnos cada día al trabajo para cobrar el sueldo al final de mes.
Cierto, hay que pagar las facturas, pero ¿realmente lo tenemos que hacer sacrificando la mitad de nuestra vida haciendo algo que no nos motiva? La vida laboral es muy larga y hay tiempo más que suficiente para cambiar el rumbo cuantas veces sea necesario. es responsahasta encontrar aquello que nos hace vibrar. Porque no hay color entre hacer algo que ni fu ni fa y algo que nos llena como persona.
Si no nos gusta nuestro trabajo es nuestra responsabilidad crear las condiciones necesarias poder optar a tener una vida profesional más satisfactoria. Cada uno dentro de sus propias posibilidades, con pasitos pequeños o grandes, pero siempre desde una actitud proactiva para mejorar nuestra condición laboral y en consecuencia nuestra situación económica.
“Quien quiere hacer algo encuentra un medio, quien no quiere hacer nada encuentra una excusa.” Proverbio Árabe.
Todo cambia cuando nos hacemos responsables de nuestra propia vida. Cuando por fin tomamos consciencia de que somos los únicos responsables de nuestra felicidad y bienestar. Cuando asumimos que los problemas no se solucionan solos y que nadie nos va sacarnos las castañas del fuego. Todo cambia cuando nos hacemos responsables de lo que somos y de lo que hacemos.
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