En una sociedad ajetreada y convulsa, donde el estrés ya es un problema grave de salud pública, aprender a serenar la mente se hace imprescindible para encontrar la paz mental. ¿Verdad?
A mi modo de ver, no tiene mucho sentido pasar por la vida estresados, enfadados, agobiados, enojados y muchos otros «ados». Esta actitud, en vez de ayudarnos a gozar de una vida disfrutona, lo que hace es hundirnos en un pozo de críticas y quejas, y eso esta en el extremo opuesto de la felicidad. Yo no quiero eso para mi vida, ¿y tú?
¿Qué es la paz mental?
La paz mental es un sentimiento subjetivo de bienestar en el que nos sentimos en armonía con nosotros mismos y con nuestra vida, a pesar de los problemas y dificultades. Es un estado de equilibrio y serenidad en el que evitamos auto-perturbarnos. No hay resistencia sino aceptación.
Expresándolo así parece una utopía o algo relacionado con monjes tibetanos, ¿verdad? Pero en realidad no es una quimera. La armonía es un estado natural del ser humano, pero por nuestra torpe forma de vivir, a menudo desvirtuamos nuestra verdadera naturaleza y nos convertimos en seres estresados, irritados, frustrados y cabreados con la vida.
De cierto modo la paz mental funciona como un giroscopio interior que nos indica si vamos por el buen camino. La ausencia de armonía y serenidad nos avisa inequívocamente de que algo va mal.
“La persona que no está en paz consigo misma,
será una persona en guerra con el mundo entero” Mahatma Ghandi.
Estar en paz con uno mismo implica ausencia de conflicto
Los obstáculos forman parte del camino. Por más planificado que tengamos todo, siempre habrá cientos de variables que pueden alterar los resultados esperados. Además, a menudo ocurre que, en algunos aspecto de nuestra vida las cosas van bien y en otros no tanto, y es normal, tenemos muchos frentes abiertos y por estadística en algún momento algo va salir mal. Hay que asumirlo.
Por eso, la paz mental depende más de lo que ocurre en nuestro interior que en el exterior. La clave es aprender a dejar de perturbarnos a nosotros mismos por cosas que se escapan a nuestro control.
Para vivir en paz con uno mismo es necesario reconciliarse con la «suerte», con lo que ha tocado vivir y con lo que estamos viviendo, lo que no significa resignarse, pero si aprender a manejar mejor los contratiempos, con más inteligencia emocional.
Estrategias para aumentar nuestra paz interior y serenidad
Es imposible disfrutar de una vida feliz sin estar en paz con nuestras decisiones y elecciones, en otras palabras, vivir con la conciencia tranquila.
No hay equilibrio y armonía si vivimos en conflicto con nuestros valores y convicciones. Si ignoramos aquello que nos «enciende por dentro» y actuamos en contra de nuestros principios. De hecho solo podemos disfrutar de la auténtica felicidad si estamos en paz, la cuestión es, ¿Cómo conquistar este estado?
Es fácil, pero no sencillo. Resumiendo mucho, tenemos que dejar de «alimentar» el malestar y empezar a «alimentar» aquello que nos produce bienestar y nos ayuda a avanzar hacia la paz interior. Podemos empezar por…
Serenar la mente
Hay muchas formas de calmar la mente. El yoga, la meditación y el mindfulness son solo algunas disciplinas orientadas a ayudarnos a alcanzar un mayor nivel de tranquilidad y equilibrio, y sin duda son grandes aliadas para mejorar nuestro nivel de bienestar.
Tenemos que romper el círculo vicioso del malestar con actividades que nos ayuden a calmar nuestra mente. Los ejercicios de respiración combinados con momentos de silencio y conciencia plena son herramientas muy útiles para controlar el estrés, la ansiedad, la ira y muchos otros sentimientos que alteran nuestra tranquilidad.
No importa si meditamos o pintamos mandalas, la cuestión es que tenemos que encontrar momentos de silencio y tranquilidad para sosegar el ruido mental. Hay muchísimas cosas que podemos hacer.
No hay que olvidar que en cada momento, estar en paz es una elección. Como dijo Séneca, «No hay más calma que la engendrada por la razón.»
Practicar la aceptación
La resistencia pone el foco en el problema y no en la solución. Nos hace ver las cosas desde una perspectiva muy limitada y reactiva porque actuamos desde el victimismo, la autocompasión y el resentimiento.
Resistirnos a lo que nos pasa no va solucionar el problema. Maldecir a nuestro «jefe», lamentarnos de nuestra mala suerte y/ o enfadarnos con el «universo» no va hacer que la situación cambie.
Da igual si lo que nos ha pasado es justo o no, ES LO QUE HAY, y cuanto antes lo aceptemos antes podremos empezar a buscar caminos alternativos para superar la situación y en consecuencia recuperar nuestra paz mental.
Cuando rechazamos la realidad sufrimos, y en consecuencia lo que hacemos es cultivar una serie de sentimientos negativos que literalmente nos impiden avanzar. La aceptación nos abre las puertas a un escenario distinto. Asumimos la realidad de aquello que no podemos cambiar y ponemos el foco en lo aquello que sí podemos mejorar.
Aceptar no es lo mismo que resignarse. Aceptar no implica para nada conformarse, más bien todo lo contrario, aceptar significa asumir que algunas cosas son como son, todavía. En nuestra manos está trabajar con aquello que está en nuestro círculo de influencia para cambiar nuestra suerte.
«A lo que te resistes persiste, lo que aceptas te transforma«. – Proverbio budista.
Disfrutar el presente
Es triste pero es la realidad, pasamos la mayor parte del tiempo en piloto automático. Nuestro cuerpo está en el presente pero nuestra mente está dispersa, pensado en cosas del pasado o del futuro, y mientras tanto nos perdemos el presente.
Cuando nos dejamos atrapar por nuestros pensamientos dejamos de ver, sentir, saborear, escuchar y experimentar una infinidad de cosas porque no estamos atentos. Nuestra mente está a «años luz» del ahora. Nuestro corazón bombea, estamos vivos, pero no estamos viviendo, porque la vida siempre está en el ahora.
El pasado es algo muerto y el futuro es algo que todavía tiene que pasar, solo el presente es real, todo lo demás está en la mente.
Además, cuando vivimos en el futuro, normalmente proyectamos nuestros deseos y generamos un gran número de expectativas que no suelen cumplirse, y eso viene acompañado de mucha frustración, insatisfacción y desdicha.
Vivir en el presente libera nuestra mente de muchísima carga porque soltamos los lastres del pasado y dejamos de preocuparnos con lo que puede suceder en el futuro. Es lo que se conoce como cosnciencia o atención plena, y consiste en entrenar nuestra capacidad de mantenernos atentos a lo que esta sucediendo ahora mismo.
Eliminar, simplificar, dejar marchar
A veces, por un motivo u otro, nos atascamos en situaciones que nos amargan la existencia. Trabajos insatisfactorios, malas relaciones de pareja, amistades tóxicas, entornos familiares problemáticos, en fin… situaciones que roba nuestra paz mental. Hay que «eliminarlas».
No hay que apegarse a lo «malo» conocido por miedo a lo «bueno» por conocer. Algunas veces, para alcanzar la deseada paz interior tenemos que tomar decisiones difíciles… Dejar una relación, poner fin a una amistad, cambiar de trabajo… Hay que arrancar lo malo para que crezca lo bueno.
Para sentirse en paz con uno mismo hay que simplificar, eliminar cargas y dejar marchar todo aquello que resta. La clave esta en reducir, poco a poco, y de forma sistemáticamente todo aquello que nos genera estrés, negatividad innecesaria.
Tenemos que aprender a apartarnos de las situaciones que enturbian nuestra calidad de vida.
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