Hola! Tengo un par de preguntas para ti: ¿Tus estados anímicos suelen ser estables o más bien eres como una montaña rusa, tan pronto puedes estar arriba como abajo? ¿Primero piensas y luego haces, o primero haces y luego piensas? ¿Controlas tus emociones o ellas te controlan a ti?
La habilidad de controlar las emociones de manera inteligente tiene un impacto muy positivo en nuestra vida. Nos ayuda a tomar mejores decisiones, potencia nuestra autoestima, mejora nuestras relaciones interpersonales y calidad de vida en general, lo dice la ciencia y yo lo corroboro desde mi propia experiencia.
Si quieres aprender a desarrollar esta habilidad, estás a punto de descubrir cómo. Buena lectura.
¿Qué son las emociones?
Las emociones son el resultado de reacciones neuropsicológicas, comportamentales o cognitivas que surgen del modo como interpretamos y valoramos, consciente o inconscientemente, los estímulos internos o externos.
Son procesos mentales que se activan por los sentidos, y luego pasan por el filtro del sistema emocional, que es donde se etiquetan las experiencias como buenas o malas, interesantes o neutras, atractivas o rechazables, y van asociadas a una respuesta fisiológico, cognitivo y/o motora.
Dicho de otro modo, es la forma en que nuestro cerebro da sentido a las sensaciones y percepciones, basándose en experiencias pasadas y creencias adquiridas.
Las emociones son universales y básicamente tienen 3 funciones principales:
- Función adaptativa: Son importantes para nuestra supervivencia, ya que preparan el organismo para la acción.
- Función social: Tienen una función comunicativa, nos permite expresar nuestro estado de ánimo e identificar y empatizar con otros, favoreciendo la interacción social.
- Función motivacional: Las emociones positivas nos predisponen a repetir los comportamientos vinculados a tales emociones.
Tipos de emociones básicas y secundarias
De acuerdo con el psicólogo Robert Plutchik se pueden diferenciar 8 tipos de emociones primarias, también conocidas como emociones básicas:
- Ira
- Miedo
- Tristeza
- Asco
- Sorpresa
- Anticipación
- Confianza
- Alegría
También se identifican 8 tipos de emociones secundarias principales, de carácter mixto o complejo, que surgen como resultados de la combinación de diferentes emociones primarias. Las emociones secundarias son:
- Envidia
- Vergüenza
- Ansiedad
- Resignación
- Esperanza
- Nostalgia
- Remordimiento
- Decepción
La imagen que sigue se conoce como la rueda de las emociones, y nos permite entender mejor como estas se mezclan entre sí, como los colores, para crear nuevas emociones.
De hecho, se pueden entremezclar de tal modo que es posible identificar hasta 270 emociones positivas, negativas y variables. Poca broma.
La gestión de las emociones y su impacto en la salud emocional
Somos seres emocionales. Nuestra vida es una experiencia de subjetiva, determinada por un complejo y amplio enmarañado de emociones y sentimientos, que empieza cuando nacemos y se acabarán con nuestro último suspiro.
La forma como manejamos nuestras emociones determinará nuestra salud emocional. Una gestión eficaz es sinónimo de equilibrio emocional, autocontrol y bienestar, por el contrario, un mal manejo implica inestabilidad emocional, reacciones desproporcionadas, insatisfacción, ansiedad, etc.
Podemos definir la salud emocional como un estado de funcionamiento psicológico positivo, y se considera una extensión de la salud mental.
Una buena gestión se asocia a un «funcionamiento óptimo» de nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos, lo que influye positivamente en todos los ámbitos de nuestra vida.
Esta habilidad nos permite identificar, supervisar y controlar nuestras emociones, para evitar que nos abrumen, y la vez ser capaces de utilizarlas de forma constructiva. Afinar nuestras habilidades de regulación emocional evita que nos convirtamos en esclavos de nuestras reacciones emocionales.
¿Cómo gestionar las emociones?
La respuesta rápida es entrenado. Al igual que entrenamos en el gimnasio para estar en forma, para gozar de una salud emocional tenemos que entrenar activamente para mejorar el modo como nos sentimos.
No se trata de suprimir o ignorar la emociones, sino entenderlas, y aprender a convivir con ellas. Un paso importante en esta dirección es aprender a identificarlas y confrontarlas, ¿cómo? Haciéndonos preguntas.
¿Cómo me hace sentir esta situación? ¿Mis reacciones estás justificadas, son adecuadas y proporcionadas? ¿Cómo se ve esta situación desde otras perspectivas? ¿Podría hacer algo para mejorar? ¿Coincide esta acción con mis valores? ¿Qué efecto tendrían mis acciones en mi vida? ¿Afectaría a otras personas?
La salud emocional pasa por aceptar que todo el abanico de emociones, las positivas y las negativas, forman parte de la vida, por lo que es normal, a veces sentirse que triste, enfadado o eufórico, pero aceptar las emociones no implica sentarnos de brazos cruzados esperando que todo se solucione solo, ni tampoco eludir su manejo.
Y dado que desarrollo emocional es un proceso activo, para mejorar el modo cómo manejamos nuestras emociones tenemos que:
- Adoptar el hábito de reflexionar acerca de nuestros sentimientos, y actuar en consecuencia. Si nos sentimos mal, ¿Qué podemos hacer para sentirnos mejor?
- Identificar y potenciar nuestras fortalezas personales, y vivir a partir de ellas;
- Cultivar el optimismo realista, es decir, observar los sucesos con objetividad y realismo, pero buscar lo positivo incluso en las malas situaciones;
- Ser capaces de expresar lo que sentimos de manera honesta, sin herir el otro, pero estableciendo necesidades y prioridades;
- Mejorar la relación que tenemos con nosotros mismos, sanar nuestra autoestima, tratarnos con amor y respeto;
- Tener el valor para definir nuestros valores y principios, y co-crear una vida coherente con lo que somos, y sentimos;
- Entrenar nuestra capacidad de resiliencia. Aprender a afrontar los contratiempos y adversidades, con calma y flexibilidad, para ser capaces superar los problemas de la mejor manera posible;
- Tener buenas relaciones, rodearnos de gente que nos impulsen a ser mejores, en otras palabras, evitar las relaciones tóxicas y la gente con «mala onda».
- Desarrollar nuestras habilidades, dedicar tiempo a nuestras aficiones, cuidar nuestra salud física y mental;
- Tener metas y objetivos, y avanzar hacia ellos, aunque sean con pasos muy pequeños, pero seguir avanzando.
Pasando a la práctica…
Existen muchas acciones que podemos llevar a cabo para favorecer nuestras habilidades de autocontrol. Son acciones que están a nuestro alcance, y en muchos casos resultan incluso de sentido común, pero la cuestión es que, por A o por B, no lo hacemos.
Pero si queremos aprender a manejar mejor nuestras emociones tenemos que actuar, ¿Dispuesto? Desde mi experiencia puedo decirte que merece la pena el esfuerzo, así que al lío:
- Hacer deporte: El ejercicio físico hace que nuestro cerebro segregue endorfinas, también conocidas como las hormonas de la felicidad, por lo que nos inducen a un estado de mayor felicidad y bienestar emocional. Estar en forma también hace que nos sintamos con más energía y más a gusto con nosotros mismos.
- Autocuidado diario: Dedicarnos un ratito cada día, hacer algo que nos apetezca, algo que nos haga sentir bien, como por ejemplo, un baño relajante, tomar el sol, dar un paseo, etc.
- Contacto con la naturaleza: Estar al aire libre, en contacto con la naturaleza, es muy beneficioso para nuestra salud. De hecho existen varios estudios que reconocen los efectos beneficiosos de la práctica japonesa Shinrin Yoku (Baño de bosque).
- Cultivar la escucha activa: Tenemos cierta tendencia a oír (percibir el sonido) pero no escuchar (Prestar atención a lo que se escucha). Escuchar a los demás, sin juicios, nos ayuda a dejar de centrarnos tanto en nosotros mismos.
- Cultivar la resiliencia: Se trata de aprender a ser flexibles, para adaptarnos a lo que ocurre, como el agua que se adapta al recipiente. Como dice el amigo Bruce Lee, «Be water, my friend».
- No pelear con la realidad: Solemos reaccionar mal cuando las cosas no salen según lo esperado, lo curioso es que eso ocurre casi siempre ;-). Cultivar la aceptación es una excelente forma de evitar que emociones como la ira, frustración, enfado, irritabilidad u otras emociones negativas condicionen nuestros actos.
- Hablar para liberar la presión: Tenemos cierta tendencia a «tragar» muchas cosas, a no hablar de nuestros sentimientos, a no expresar como nos sentimos, y eso hace que acumulemos mucha «mierda«, eso no es bueno. Hay que hablar, ya sea con un amigo, un primo o un psicólogo, pero hay que hablar, y descargar lo que nos «oprime».
- Socializar: Es importante pasar tiempo con otras personas, hablar de todo y de nada, «arreglar el mundo» y despotricar, hablar sobre temas serios y contar chistes, en resumen, disfruta de buena compañía.
- Frenar los pensamientos negativos: No podemos evitar que surjan los pensamientos negativos pero sí que podemos evitar que nos atrapen, cómo? Cuestiónalos, confróntalos con otras perspectivas.
- Ser agradecido: Solemos poner el foco en lo que falta, en lo que no nos gusta, en lo que no queremos, en vez de fijarnos en las cosas buenas de nuestra vida. Ser agradecidos nos predispone a evocar emociones positivas, lo que hace que nos sintamos mejor.
Nuestra mente, nuestras emociones y nuestro cuerpo están intrínsecamente conectados, de modo que actuar sobre uno tiene efectos positivos sobre los demás, por ejemplo, cuidar nuestra salud física repercute positivamente en nuestra salud mental y emocional.
Los beneficios de una buena gestión emocional
Estar emocionalmente sanos tiene amplios beneficios en nuestro bienestar y calidad de vida en general.
Las investigaciones demuestran que un manejo inteligente de las emociones ayuda a reducir los niveles de estrés y ansiedad, mejora el estado de ánimo, la calidad del sueño, aumenta los niveles de energía, refuerza el sistema inmunitario y mejora nuestra capacidad de recuperación.
El bienestar emocional también impacta positivamente en nuestras relaciones afectivas y de amistad, favoreciendo a que sean más profundas y saludables. Estos beneficios también se extienden a las relaciones laborales.
Identificar, aceptar y manejar nuestras emociones, dedicarnos más tiempo, cuidarnos, potenciar nuestras habilidades, confrontar nuestros pensamientos son acciones que nos ayudan a mejorar la relación que tenemos con nosotros mismos, por lo que refuerza nuestra autoestima.
Estos son solo algunos de los beneficios de gozar de una buena salud emocional, pero hay muchos más. ¿Te animas a tomar el control de tu salud emocional?
Gracias por llegar hasta aquí. Deja tu comentario compartiendo tu punto de vista o experiencia. Me encantará leerte :-).
Fuentes:
Asociación Estadounidense de Psicología (APA): ¿Qué es la salud emocional? ¿Y cómo mejorarla?
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