Cuando la vida te golpea, ¡Sé fuerte!

La vida es un viaje maravilloso pero el camino es escarpado, lleno de subidas, bajadas y muchos contrastes. A veces nos topamos con atolladeros que parecen imposibles de cruzar y otras transitamos por bonitos prados en los que desearíamos quedarnos para siempre, pero queramos o no, los paisajes van cambiando.

La aleatoriedad rige buena parte de la vida, y hay que asumir que funciona así. A veces pasan cosas malas a gente buena y otras pasan cosas buenas a gente mala. A veces suceden cosas que no deberían pasar, pero pasan y no hay nada que podamos hacer, SALVO SER FUERTES.

Y soy muy consciente de que no siempre es fácil ser fuerte, sobre todo cuando estamos metidos en el ojo del huracán. En estos momentos lo más normal del mundo es sentirnos más bien frágiles y vulnerables. De hecho, a veces el sufrimiento es tan grande que podemos sentirnos totalmente incapaces de seguir adelante, pero sabes qué, es en estos momentos cuando debemos hacer nuestro máximo esfuerzo para ser fuertes y no dejarnos aprisionar por la oscuridad.

El sufrimiento descontrolado puede llegar a consumirnos, literalmente. Si nos dejamos atrapar por los pensamientos dañinos podemos caer en un pozo oscuro del que puede ser difícil salir. La depresión y las preocupantes cifras de suicidios son una consecuencia directa del poder que puede ejercer el sufrimiento en nuestra mente.

Sí, la vida puede golpear fuerte, pero hay que seguir adelante, aunque la oscuridad nos impida ver el camino y tengamos que ir a gatas, porque avanzar es la única vía para dejar atrás la oscuridad y volver a encontrar la luz.

5 cosas que aprendí de los baches de mi vida

Siempre esperamos algo de la vida pero, y si cambiamos nuestra forma egocentrista de vivir y nos planteamos la cuestión de una manera distinta, ¿Qué espera la vida de nosotros? Esta inversión no es mía, es de Víctor Frankl autor del libro “El hombre en busca de sentido” en el cual trata justamente sobre ser capaces de sobrevivir a las grandes adversidades de la vida. Si no lo has leído te lo recomiendo muchísimo.

En los momentos de gran dolor y sufrimiento la vida nos pide que seamos fuertes, valientes y luchadores. Cuando todo parece que se desmorona, la vida nos pide que aprovechemos nuestra fuerza interior para continuar avanzando.

Somos más fuertes de lo que creemos

Aunque ahora no lo veas, te aseguro que eres más fuertes de lo que crees. Tú, yo y todo ser humano, porque tenemos la capacidad de actuar de forma consciente. Podemos elegir tirar la toalla o convertir la experiencia negativa en un triunfo interno, en un ejemplo de superación.

Tenemos la capacidad de sobreponernos a las situaciones más adversas y existen cientos de historias de personas corrientes que han logrado superar las tragedias más traumáticas y salir reforzadas de ellas. Todos estamos dotados de las herramientas necesarias para salir adelante, aunque a veces necesitemos algo de ayuda extra, y no pasa nada por ello.

Podemos y debemos pedir ayuda

Somos fuertes pero eso no significa que tengamos que sufrir solos. Compartir los oscuros pensamientos que rondan por nuestra cabeza nos ayuda a aliviar la carga y a evita que caigamos en un espiral de sufrimiento que puede ser fatal.

El simple hecho de compartir nuestras penas ya nos ayuda a reducir la presión, y dependiendo de la situación, es muy recomendable contar con la ayuda de un profesional, psicólogo o terapeuta, que nos ayude a cambiar el enfoque.

En general nos cuesta pedir ayuda porque hace que nos sintamos débiles, pero en realidad pedir ayuda es un acto de valentía, porque implica reconocer que una situación nos sobrepasa pero que no tiramos la toalla. Pedir ayuda significa que estamos dispuestos a seguir luchando.

Abrazar el presente y centrarnos en el futuro

Por más indeseado que nos pueda parecer el presente, es lo único que tenemos, puesto que el pasado es algo muerto y que no se puede cambiar y el futuro no es más que una expectativa.

Abrazar el presente implica asumir y aceptar la situación. Implica tomar el control del ahora y hacer todo aquello que sea necesario para superar el bache lo antes posible, siempre desde una actitud activa, con en el foco en las posibilidades que pueden abrirse si, desde el ahora sembramos las semillas adecuadas, en coherencia con los frutos que pretendemos cosechar mañana, aunque hoy todo nos parezca tierra infértil.

Asumir que todo es temporal

Seguro que conoces la expresión popular, “el tiempo lo cura todo”, pues es cierta. Te invito a mirar hacia atrás y recordar situaciones que, en su momento parecían insuperables, pero que con el paso del tiempo se han convertido en solo un recuerdo desteñido.

Una ruptura amorosa, la pérdida de un ser querido, un negocio fracasado… En fin, poca gente pasa por esa vida sin ningún “rasguño”. La mayoría de nosotros ya hemos superado situaciones que, en su momento nos parecían imposibles, pero aquí estamos, y a lo mejor la vida nos pone a prueba una vez más, pero recuerda, “el tiempo lo cura todo”.

Hoy puede que estés en el ojo de la tormenta, pero mañana, o dentro unos días, o en unas semanas o meses, ten por seguro que el sol volverá a brillar, porque la vida es así. Puede sonar manido pero, después de la tormenta siempre sale el sol.

La aceptación nos permite avanzar

Tenemos que aprender a aceptar que a veces las cosas son como son, al menos en el presente. Cuando rechazamos la realidad, es decir, cuando pataleamos, maldecimos y nos victimizamos lo que estamos haciendo es pelearnos contra la realidad, y sabes que aprendí, que en esta lucha siempre perdemos.

La aceptación implica una comprensión profunda de las cartas que nos han tocado, y eso no significa que nos guste o que estemos de acuerdo, pero si que implica una comprensión de que nos guste o no, esa es la realidad, y que lo único que podemos hacer para acabar con el sufrimiento es seguir avanzando.

Y aquí reside la gran diferencia entre aceptación y resignación. La aceptación es un punto de partida mientras que la resignación es un punto de llegada. El que acepta asume y sigue adelante, el que se resigna simplemente renuncia a su derecho a ser feliz.

Así que sé fuerte, por ti, porque mereces ser feliz, y aunque ahora mismo no lo parezca, la vida es un regalo y tenemos que aprovecharlo.

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