Sesgo de confirmación, qué es y cómo manejarlo

Hola! Tengo una pregunta para ti, ¿Crees que vemos lo que queremos ver, y oímos lo que queremos oír?

La mayoría de nosotros buscamos, de manera inconsciente, información que respalde nuestras creencias, sean o no correctas, y eso puedo ser un enorme obstáculo en nuestra vida, ya que nos impide tomar decisiones objetivas, basadas en evidencias verificadas.

Si quieres saber porque pasa eso, sigue leyendo, estás a punto de descubrir qué es y cómo funciona el sesgo de confirmación.

¿Qué es el sesgo de confirmación?

El sesgo de confirmación o confirmatorio es un efecto psicológico que que nos lleva a buscar y seleccionar, de forma inconscientemente, la información que apoya nuestras creencias, expectativas o ideas preexistentes.

Dicho de otro modo, es una tendencia de la mente a interpretar más positivamente los hechos o información que respalde nuestro punto de vista, que confirme lo que ya pensamos, a la vez que ignoramos o valoramos negativamente todo lo contraríe nuestras creencias.

Se trata de un sesgo cognitivo que nos lleva a evaluar las situaciones de una forma subjetiva, sin tener en cuenta otros puntos de vista u opciones, tan válidas como las nuestras, o incluso mejores.

El premio nobel Daniel Kahneman y Amos Tversky, ambos inminencias en el campo de la psicología cognitiva, demostraron a partir de varios experimentos como los patrones de juicios del sesgo confirmatorio condicionan nuestra forma de pensar.

Este modo de funcionar está relacionado con el sistema reticular activador ascendente, un circuito neuronal encargado de filtrar la información que percibimos, es decir, la red neuronal encargada de mostrarnos lo que queremos ver.

La tendencia a apoyarse en pruebas ambiguas y razonamientos inductivos, basados en nuestra «experiencia» también son comportamientos provocados por el sesgo de confirmación.

Puede parecer inocuo, pero no lo es. Esta predisposición a buscar, interpretar, favorecer y recordar la información que apoya nuestras creencias condicionan la mayoría de nuestras decisiones, desde del tipo de alimentos que tomamos, al tipo de prensa que leemos, y puede llevarnos a tomar malas decisiones, debido a la falta de objetividad al analizar la situación.

Esta imagen es un ejemplo claro del sesgo de confirmación. Cada uno defiende su opinión a capa y espada, sin ser capaces de ver, que ambos tienen razón.

sesgo de confirmación ejemplo

El sesgo confirmatorio en la vida cotidiana

El sesgo de confirmación afecta la percepción que tenemos del mundo que nos rodea y de nosotros mismos. Te pongo un par de ejemplos para aterrizar los conceptos.

Un ejemplo común de la influencia del sesgo son las noticias que consumimos. Si somos de «izquierdas» leeremos los periódicos orientados a este perfil ideológico, y juzgaremos a los políticos de esta tendencia de forma más permisiva, mientras que a los demás serán los malos malísimos de la película, y vice versa.

Otro ejemplo del impacto del sesgo de confirmación en nuestro día a día se podría aplicar a las primeras impresiones. Conocemos a alguien, formamos una primera impresión inicial sin apenas conocer a la persona y luego interpretamos todo lo hace de un modo que confirma nuestra primera impresión.  ¿Te suena de algo?

Otras situaciones comunes en las que nos dejamos guiar por nuestras convicciones son por ejemplo en temas de interés público como el aborto, la eutanasia, la legalización de las drogas blandas, el matrimonio homosexual, etc.

También solemos tener un mejor concepto de las personas que piensan como nosotros, comparten nuestros mismos intereses y gustos y estos criterios, por si solos, no evidencian el «valor» de una persona.

5 consecuencias de dejarnos guiar por el sesgo de confirmación

Este hábito mental no es inofensivo, de hecho puede acarrear unas consecuencias nefastas para nuestra vida, veamos algunas de ellas:

1. Vemos lo que queremos ver

Esta forma de pensar puede afectar negativamente el modo como interpretamos la realidad, ya que nos induce a ignorar todo lo que nos contradice y a aceptar aquello que reafirma lo que pensamos, lo que conlleva a un visión bastante limitada y manipulada de la realidad.

Negamos la evidencia y nos aferramos a nuestras creencias, independientemente de la veracidad de las mismas, lo que nos lleva a tomar decisiones basadas en una opinión, y no en hechos comprobados y demostrables.

2. Tendemos al prejuicio

Este sesgo cognitivo también nos induce a dejarnos guiar por nuestros prejuicios, es decir por las opiniones negativas preconcebidas que tenemos acerca de algo o alguien.

Pueden influenciar notablemente en el modo como nos comportamos con determinas personas o en determinadas situaciones, simplemente por no «encajar» en nuestro esquema mental, lo que puede ser peligroso. La historia está llena de «horrores» motivados por los prejuicios.

3. Recordamos lo que queremos recordar

Nuestros recuerdos también son selectivos. Tendemos a recordar aquello que más nos conviene, aquello que apoya nuestra versión de la historia.

Los recuerdos siempre son subjetivos, dos personas sujetas a las mismas circunstancias no recordarán lo mismo. Cada una tendrá su propia versión de los hechos, y eso es lo que «grabará» en su mente.

4. Juzgamos erróneamente a las personas

Que tire la primera piedra quién nunca juzgo erróneamente a alguien. Por más mente abierta que seamos, creo que todos hemos pecado de juzgar mal en algún momento, ¿verdad?

Nuestras creencias, conscientes e inconscientes, tienen mucho peso en nuestros juicios, por ello solemos «abrazar» a las personas que comulgan con lo que creemos y rechazar las que no encajan en nuestra visión de como deben ser las cosas. Y eso no es bueno, ya que nos hace ser injustos, o dar un trato preferencial a personas que tal vez no se lo merezcan.

5. Tomamos decisiones poco objetivas

Aunque nos gusta pensar que nuestras decisiones son objetivas, fruto de la razón y la lógica, lo cierto que no siempre sucede así.

Muchas de nuestras decisiones no se basan en hechos contrastados y verificados, sino en ideas preconcebidas que asumimos como ciertas, pero que no necesariamente lo son, y eso puede llevarnos a tomar malas resoluciones.

Juzgar una situación desde una única perspectiva no es la mejor forma de tomar decisiones inteligentes.

Cómo reducir y evitar el sesgo de confirmación

Este sesgo cognitivo forma parte de la naturaleza humana, y no podemos librarnos de él simplemente por conocer su existencia.

Reducir su influencia en nuestra vida requiere un esfuerzo consciente, que incluye desarrollar nuestro pensamiento autocrítico para ser capaces de evitar actuar condicionados por nuestras creencias y prejuicios.

Hay varias cosas que podemos hacer para reducir la influencia del sesgo de confirmación, y contrarrestar los mecanismos cognitivos que promueven esta forma sesgada de pensar.

El primer paso es tomar consciencia de su existencia. Comprenderlo nos ayuda a enfrentarnos a él con mayor eficacia, ya que nos permite reconocer cuándo y cómo nos afecta.

Otra forma de enfrentarlo es no tomar nuestro punto de vista como el acertado, al menos no de manera automática.

Por más que nos cueste, tenemos que ser capaces de analizar la situación desde varias perspectivas, y considerar lo opuesto a nuestra visión. También es importante buscar información y pruebas que evidencien la veracidad del asunto, desde los diferentes ángulos, y solo así seremos capaces de tomar buenas decisiones, no basada en creencias, sino en evidencias.

Otra cosa que podemos hacer es evitar formar una conclusión antes de tener toda la información. Una vez vez tenemos una idea preconcebida, nuestra inclinación será defenderla, y para ello tendremos en cuenta solamente los datos que confirmen nuestra conclusión, por este motivo tenemos que intentar mantenernos neutrales hasta disponer de la información completa.

El objetivo de este proceso de confrontación es encontrar la respuesta correcta, en lugar de defender una creencia existente.

A veces perdemos la razón intentando tener razón, por ello no está de más considerar nuestras creencias desde un prisma más objetivo. En ocasiones, tal y como se muestra en la imagen del 6 y 9, ambas partes tienen razón.

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